Las Batuecas, el valle perdido
by Aventuramenuda
Un poco de Historia:
Este singular Valle se encuentra situado al suroeste de la provincia de Salamanca, lindando con las Hurdes cacereñas. Consta con 16 poblaciones y ronda las 33.000 Ha. de superficie.A lo largo de los siglos se han ido acumulando multitud de leyendas sobre este valle. Se decía que se hallaba habitado por demonios y sectas ocultas adoradoras de Satanás. Los pastores no se atrevían a entrar en él por miedo a lo desconocido.
A finales del siglo XVI dicha leyenda se extendió por toda Europa y fue cuando se asentó en el lugar una comunidad de Carmelitas, fundando el Monasterio de San José de Batuecas, junto a este y diseminadas por el resto del valle, también se levantaron una veintena de pequeñas ermitas.
La Ruta:
.- 1º Día
Salimos de nuestro lugar de residencia habitual teniendo como punto de destino el pueblo salamantino de La Alberca.
Llegamos a primera hora de la tarde sin ninguna novedad en la ruta. Nada más aparcar, comenzamos nuestro singular paseo por esta turística villa.
La Alberca,
nombre proveniente del termino árabe “Al-bereka” que significa “el estanque”.
Es esta una pequeña villa, muy cuidada, con una arquitectura muy especial llena
de cruceros, fuentes, escudos y fachadas decoradas. Su eje principal, la calle
tablado, nos llevará acompañados de un sin fin de comercios de todo tipo, hasta
el corazón de la villa, su plaza mayor.
La plaza porticada es de singular belleza, corazón y alma de la villa, cuenta con un crucero de piedra en el centro, el Ayuntamiento, fuente y la antigua cárcel.
Su Iglesia, cuenta con un pulpito de granito policromado con imágenes tan interesantes como el cristo del sudor (s. XVI).
Después de la visita cultural es recomendable dejarse llevar por los placeres terrenales y disfrutar en cualquiera de sus muchos establecimientos de las delicias que ofrece esta Tierra: Jamones y embutidos del cerdo Ibérico, turrón, castañas, miel, o sus famosas obleas. Paseamos por sus calles sin un destino fijo y nos sorprende un cerdo ibérico deambulando por la calle a sus anchas. Luego nos enteraríamos de que se trataba del cerdo de San Antón, un cerdo que lo crían durante todo el año por todos los vecinos del pueblo, por eso su deambular de un sitio a otro, buscando lo que cada vecino le va dejando para que coma. Cuando va llegando el momento del sacrificio, en los establecimientos del pueblo se venden papeletas para su sorteo.
Continuamos nuestro paseo y al caer la tarde cuando la luz del día co mienza a cesar, descubrimos otra singular tradición. Desde la Edad Media, se vuelve a revivir cada día una de sus costumbres más arraigadas y curiosa para el visitante, la “Esquila de la Ánimas”.
Una joven del pueblo que, haciendo sonar una campana y recorriendo distintas esquinas del pueblo, canta un salmo en cada una de ellas, por las almas que están en el purgatorio. A esta joven se le van sumando otras voluntariamente con rezos y cantos. Si seguimos sus pasos, podremos realizar una visita muy singular por rincones sorprendentes. Una curiosa tradición que nos sorprendió durante nuestra visita.
Llega la hora de retirarnos a nuestra casita y decidimos pernoctar donde nos encontrábamos aparcados, en el parking del aula arqueológica de las Batuecas (hoy la actual área de autocaravanas), lugar amplio y muy tranquilo. (N40.48912 W6.11520)
.- 2º Día
Pasamos una noche muy tranquila, a pesar de la intensa lluvia que calló durante toda la noche.
A media mañana, como no dejaba de llover, decidimos enfrentarnos a esta húmeda compañera y ataviados con ropa adecuada, volvemos de nuevo al pueblo.Paseando por las distintas calles y callejuelas, bajo una intensa lluvia que no cesaba, pudimos comprobar como la arquitectura popular es sabia y gracias a los grandes aleros de las casas, podíamos seguir nuestro paseo por las distintas calles sin apenas tener que utilizar los paraguas.
Al pasar por la calle Mesón descubrimos un singular museo, la casa museo Sátur Juanela. Una autentica casa Albercana, recuperada gracias a uno de sus nietos, donde hoy podemos hacernos una idea de cómo vivieron sus auténticos moradores, Sátur y Josefa, recomendable la visita.
Con el paseo, la visita a la casa museo y un largo tapeo, por varios de los muchos establecimientos donde podemos degustar cualquiera de los productos típicos de la zona, damos por terminada nuestra visita a este bonito pueblo.
A media tarde, emprendemos rumbo a la Peña de Francia. Es uno de los puntos clave en nuestro rutómetro y aunque el tiempo no acompaña, no deja de caer agua, no queremos dejar pasar la oportunidad de visitar este punto tan emblemático.
La ascensión se hace muy rápido, en apenas quince kilómetros, ascendemos unos mil metros. Las vistas son preciosas, castaños, robles, brezos y helechos nos acompañan en la subida. De repente cesa el agua, todo parece que nos dará tregua para hacer esta visita, pero unos metros más arriba nos sorprende una intensa y espesa niebla, la peor de las compañeras que podíamos tener. Una conducción muy lenta nos lleva a coronar la peña, aunque como os podéis imaginar, no podemos ver más allá de nuestras narices y es totalmente imposible el bajar del vehículo, el viento es intenso, tanto que tambalea la auto de un lado a otro. Sin pensarlo dos veces, decidimos dar la vuelta y reiniciar la bajada antes de que pueda empeorar.
Decidimos no rendirnos y seguir con nuestro plan de visitas. Nos acercamos a visitar el cercano pueblo de: San Martín del Castañar.
Al llegar a San Martín del Castañar, aparcamos según se entra a la izquierda, un amplio aparcamiento en dos terrazas, acto para nosotros solo la parte superior, donde se puede perfectamente pernoctar sin molestar a nadie. Estuvimos sin articular palabra un largo rato, contemplando desde este mirador todo lo que a nuestros ojos se nos ofrecía. Por fin la niebla desapareció, dejado paso a una suave lluvia que realzaba todavía mucho más el contraste de colores del otoño, rojo, marrón, amarillo y verde. Una sinfonía de colores que solo la naturaleza sabe combinar tan sabiamente.
Comenzamos la visita a esta pequeña villa privilegiada al olor característico de las chimeneas de leña encendidas. Nos dirigimos hacia el castillo que se levanta en la parte más elevada del pueblo, enclavado en un montículo de fuertes pendientes y fácil defensa y abierto en el lado Norte, donde se encuentra la plaza de toros, de piedra, cuya construcción data del siglo XV. Nos sorprende al acercarnos que la puerta de acceso al Castillo se encuentra entreabierta, la atravesamos y cual es nuestra sorpresa al descubrir la utilidad interior dada a este castillo, no la desvelaremos para que seáis vosotros mismos los que, en vuestra visita, lo descubráis.
El tiempo parece haberse parado. Nos perdemos por sus callejas y rincones hasta llegar a la puerta de un pequeño bar con sabor a antaño, donde, se dan cita los lugareños alrededor de una estufa de leña, esta estampa nos termina de trasladar a otros tiempos. Ya caída la tarde, emprendemos camino de nuevo a La Alberca, donde volveremos a pernoctar en el mismo sitio que la noche anterior.
.- 3º Día
Hoy el día amanece con un sol radiante, nada que ver con el lluvioso y sombrío día de ayer. Tenemos una cuenta pendiente a la que no queremos renunciar. Desayunamos y emprendemos de nuevo el corto camino que nos lleva hasta la cima de la Peña de Francia.
Hoy todo es nuevo, la subida es mucho menos dura y la disfrutamos contemplando todo lo que nos ofrece. Llegamos a primera hora, cuando todavía solo había dos vehículos en la cumbre, aparcamos y empezamos a disfrutar de este maravilloso enclave.
Sin duda la Peña de Francia es el punto más emblemático de toda la sierra. Está coronado por un monasterio de Padres Dominicos, que son los encargados de guardar a la Virgen Morena, descubierta a mediados del siglo XV y venerada en toda la comarca. El monasterio está considerado como el santuario mariano más alto del mundo, 1.723 mtrs.Desde aquí y con un día despejado como el de hoy, podemos contemplar muchas de las poblaciones que hemos visitado.
Satisfecho nuestro interés por visitar la Peña de Francia, proseguimos camino a nuestro próximo destino por descubrir, un rincón lleno de magia, ponemos rubo a Las Batuecas
Desde La Alberca Comenzamos la bajada por el Portillo, descenderemos por una tortuosa carretera 1.250 mtrs. en apenas 13 km., un giro a la derecha, otro a la izquierda y como si del umbral de una puerta se tratase, apareció ante nuestros ojos una panorámica inimaginable, ya empezamos a descubrir por qué durante siglos estuvo ligado este valle a tantas leyendas de misterio.
Tal y como nos habían indicado, en el aula arqueológica, encontramos una pequeña indicación a la derecha, un camino no muy ancho y no en muy buen estado que nos lleva hasta la misma puerta de entrada al Monasterio de San José de Las Batuecas. La emoción nos embarga al encontrarnos en el umbral de este enclave mágico.Un poco de historia:
El Monasterio comienza su construcción, en terrenos cedidos por el Ducado de Alba, en 1.599 por los Padres Carmelitas, destinado a la vida contemplativa en clausura, y no fue hasta 1.686 cuando llega a las proporciones actuales. Conjuntamente a la construcción del Monasterio se levantaron una veintena de pequeñas ermitas diseminadas por los riscos colindantes, todas se encontraban mirando en dirección al Monasterio, contaban con una pequeña campana, como único medio de comunicación durante meses con el Monasterio y tenían un ciprés plantado a su puerta. En la actualidad todas se encuentran en ruinas, excepto la de San Elías, de la que podemos ver una replica en el aula arqueológica.
En 1.835 la desamortización de Mendizábal obliga a abandonar el Monasterio, desde entonces pasa por varios propietarios, entre ellos el cineasta Luis Buñuel, utilizándolo en varias de sus películas. En 1.936 lo compran las Carmelitas de Castilla y en 1.950 lo venden simbólicamente por el importe de 1 Peseta a los Carmelitas, sus iniciales propietarias.
En esta fecha se hacen cargo del Monasterio cuatro Padres, para volver a darle al Monasterio el esplendor de antaño, hoy todavía viven en él. En la actualidad se encuentra habitado por siete Padres, los cuales viven exclusivamente de lo que ellos mismos cultivan.
La visita al interior del Monasterio, previa petición, solo esta permitida a los varones, siempre que se respete el sentido espiritual de la vida contemplativa y eremita que en ella se desarrolla.
Desde el monasterio y al pie mismo del cauce del río Batuecas parte el camino entre la densa masa del bosque de ribera. La estrecha vereda recorre el exterior de los muros del cenobio, entre los restos de lo que fue el antiguo jardín botánico que plantaron aquí los monjes. Por este camino podremos llegar hasta los distintos Canchales donde poder contemplar las pinturas rupestres. El más espectacular de todos es el Canchal de las Cabras Pintas.Más adelante, en el mismo camino, y siguiendo las indicaciones llegaremos a la cascada del Chorro, de unos diez metros de caída. Una bonita recompensa para terminar con este valle. El recorrido a pie, hasta la cascada, nos puede llevar unas dos horas.
A media tarde comenzamos nuestro regreso y nos acercamos hasta el pueblo de Miranda del Castañar. Es mucho lo que hemos leído sobre este pueblo, pero al igual que el resto de los visitados, nos sorprende.
Aparcamos sin problema en la inmensa plaza. Este pueblo constituye el recinto más medieval de la comarca. Núcleo totalmente amurallado, 630 mtrs., que todavía hoy conserva sus cuatro puertas originales de acceso, castillo de planta cuadrada y torre del homenaje.
Su plaza, en la que aparcamos, es a su vez el coso taurino, uno de los más antiguos de España. Son curiosos los burladeros, en piedra.
Nos adentramos por sus calles y nos dejamos perder por sus distintos pasadizos y rondas. Cualquier rincón nos ofrece algo nuevo, algo que parece que nunca antes otros lo hubieran descubierto. Otro bonito rincón donde parece que el tiempo no se haya detenido.
Visita concluida, emprendemos de nuevo la ruta a nuestro siguiente punto: Candelario.
Este es otro de esos pueblos que nos trasladan en el tiempo. Aparcamos junto al campo de fútbol, en el parking que esta indicado, nos encontramos con otras dos autos y aparentemente también tienen intención de pernoctar aquí.
Damos un tranquilo paseo por las calles empinadas de este bonito pueblo con los cinco sentidos. Observando su arquitectura a la tenue luz de sus faroles, escuchando el silencio por sus estrechas calles, bebiendo agua cristalina en cualquiera de sus muchas fuentes, oliendo el característico aroma de sus humeantes chimeneas, tocando muros de piedra que nos quieren transmitir vivencias de antaño.
La atmósfera que se respira en este precioso pueblo nos invita a salir para dar otro paseo antes de ir a la cama, saboreando cada uno de sus rincones. (N40.36933 W5.74476)
.- 4º Día
Noche tranquila y relajante con una suave lluvia por compañera. Desayunamos mientras el sol comienza a bañar de una intensa luz las estrechas calles de este precioso pueblo. Ya solo nos queda terminar de recoger y emprender el camino de regreso a casa.
Durante el viaje de regreso no dejamos de comentar los distintos contrastes de los que hemos sido testigos, lugares únicos llenos de un encanto especial a los que volveremos muy pronto, ¡seguro!
Aventuramenuda, octubre, 2005
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