Pueblos de arquitectura negra

Pueblos de arquitectura negra

 by Aventuramenuda

 

 

             En esta ocasión, para la preparación de esta Aventura, contaremos con la ayuda de nuestros amigos Charo y Carlos, ya que conocen los pueblos a visitar y nos servirá para profundizar en los más interesantes, obviando los otros para una posterior visita.
 
            Visitaremos, por este orden, los siguientes pueblos:

Tamajón, Valverde de los Arroyos, Majaelrayo, Campillo de Ranas y de regreso la localidad segoviana de Riaza.

 

La Ruta:

.-1º Día

Salimos, como suele ser costumbre, nada más terminar nuestra jornada laboral, a última hora de la tarde. La circulación va fluida y enseguida tomamos la carretera de circunvalación que nos llevará a tomar la N-II dirección Guadalajara.

En un principio habíamos quedado en vernos con nuestros amigos en el primer pueblo de la ruta, Tamajón, pero en una llamada de teléfono nos indican que están esperándonos en una estación de servicio a las afueras de Guadalajara, para continuar camino juntos, bonito detalle que siempre es de agradecer.

Al poco tiempo llegamos al punto de encuentro, nos saludamos, repostamos combustible y emprendemos ruta. Enseguida abandonamos la nacional para tomar una buena carretera secundaria. La circulación por ella es casi inexistente, circulamos a buen ritmo y con tranquilidad.

Llegamos a Tamajón y aparcamos junto a una panadería, cerrada a estas horas. Nos abrigamos, la noche empieza a ser fría, y nos disponemos a dar un paseo a pie, por este pequeño pueblo de estrechas calles. La tranquilidad y el silencio es absoluto, nadie por la calle y los pocos comercios y bares que nos encontramos se encuentran a estas horas cerrados.

Enseguida localizamos un emplazamiento donde poder pasar la noche sin molestar. Volvemos a las Autos y nos trasladamos. Cena, los niños a la cama y sobremesa de los adultos con una taza de café como excusa. El tiempo pasa sin darnos cuenta y el reloj nos indica que ya va siendo hora de acostarnos si queremos mañana poder afrontar las visitas programadas. Parece mentira que las horas pasen tan rápido cuando disfrutas de buena compañía.

Noche reconfortante, hemos disfrutado de un silencio absoluto que nos ha permitido descansar de toda una semana de trabajo. (N 40.99832   W 3.24737)

 

.-2º Día

Hoy, con la luz del día, el pueblo se nos muestra diferente, con nuevos rincones por descubrir y sabores por degustar. Un relajado paseo nos lleva ante las puertas de la panadería que anoche encontramos nada más llegar. Atravesamos su umbral y nuestro olfato comienza a percibir los aromas que, desde sus hornos, nos evocan sabores del pasado. Panes, Mantecadas, Magdalenas, Perrunillas, Bollos preñaos, etc. etc. ¡Una perdición!, os lo recomiendo.

Después de un tranquilo paseo por el pueblo, hoy con más animación, y con la despensa repleta, tomamos rumbo a nuestro siguiente punto del rutómetro, Valverde de los Arroyos.

        Carretera sinuosa y en algunos tramos bastante estrecha, pero adecuando la velocidad perfectamente transitable para las Autos. Llegamos a Valverde a un amplio aparcamiento que se encuentra a la entrada (N 41.1311249  W 3.2324099).

Tamajón es la puerta que da comienzo a esta zona de arquitectura negra, aunque sus casas no son tan espectaculares como ocurre en Valverde, que nos sorprende con su peculiar y caracteristica arquitectura.

Paseamos por la bonita y cuidada villa, observando cada rincón. Preguntamos a un lugareño para que nos indique por donde tenemos que dirigimos para llegar hasta la Chorrera de Despeñalagua. Tomamos un estrecho camino vecinal que nos va alejando del casco urbano, en una tranquila y relajada excursión que en aproximadamente media hora nos llevará a pie de la cascada. Esta se forma gracias a todos los arroyuelos que bajan desde la cumbre del campo y por la ladera noreste del pico Ocejón, se reúnen en uno sólo y salvan un desnivel del terreno de casi ochenta metros. Disfrutamos del entorno un buen rato y aprovechamos para beber en sus cristalinas aguas y reponer fuerzas con un pequeño tentempié.

De vuelta de nuestra excursión, una sorpresa nos aguardaba. En la pequeña y coqueta plaza del pueblo un pequeño rally de coches clásicos de época. Una veintena de vehiculos mimados al máximo por sus propietarios, se encontraban allí aparcados para nuestro gozo y del resto de visitantes.

Según se acercaba la hora de comer, el número de visitantes crecía y restaba encanto a este coqueto pueblecito. Como ya lo teníamos más que visto, decidimos trasladarnos en busca de un lugar más apartado y tranquilo donde poder comer, a ser posible, al fresco.

Salimos dirección a Majaelrayo, en busca de ese lugar y unos pocos kilómetros más adelante lo encontramos. Lo mejor de estas salidas es sin duda estos momentos en los que compartimos mesa y mantel entre amigos. Tras la comida y una larga sobremesa, no tenemos remedio, continuamos nuestra ruta hasta Majaelrayo.

Este es el pueblo más grande de los que llevamos visitados, también se nota que hay más movimiento de gente. Sus casas en general se encuentran muy bien conservadas, aunque algunas, pocas, desentonan del resto. Encontramos un lugar adecuado, a las afueras, para pasar la noche sin molestar y a ser posible sin ser molestados. Un fuerte viento, que a lo largo de la tarde se fue acentuando, nos tambaleaba al igual que si estuviéramos en un barco, nos obligó a abandonar este pueblo en busca de otro emplazamiento más a resguardo.

             

             Ponemos rumbo al cercano municipio de Campillo de Ranas. Llegamos hasta las inmediaciones de la Iglesia que, gracias a su espadaña, nos cobija del fuerte viento.

 

Cenamos tranquilamente y con los chavales, unos en la cama y los otros de tertulia, nos fuimos los mayores a dar un paseo por las solitarias calles del pueblo. El paseo nocturno por estas solitarias calles encierra un especial encanto que nos llena de satisfacción, con la única compañía de las tenues farolas y el cielo estrellado, de alguna manera tiñe el aire de nostalgia y nos traslada en el tiempo. (N 41.08496  W 3.31288).

 

 

.-3º Día

Hoy nos hemos hecho los remolones, el silencio absoluto nos invitaba a quedarnos en la cama hasta bien avanzada la mañana y así lo hemos hecho. Desayuno rápido y un poco de intendencia en la Auto y nos disponemos a descubrir, con la luz del día, este pueblo. Vagamos por sus calles, disfrutando de la peculiar arquitectura, es poca la gente con la que nos cruzamos, pero toda muy amable y de un trato muy agradable.

Encontramos una pequeña tienda de artesanía, en la que predominan los artículos realizados con piedra. Curiosas todas las utilidades que le podemos hallar a unas simples piedras. Sin duda este es el pueblo, de todos los visitados en esta ruta, que más nos ha gustado, seguro que repetiremos muy pronto.

Tenemos que ir pensando en emprender rumbo de regreso a Casa, pero variaremos el plan inicial. En la tienda de artesanía nos han informado de una pista forestal que, recientemente ha sido asfaltada, nos llevará atravesando el valle del silencio hasta Riaza.  Esta pista es algo estrecha, pero con un tráfico muy escaso, adecuamos nuestra velocidad al nuevo trazado y disfrutamos del paisaje. En poco más de una hora llegamos a Riaza.

Aparcamos a la entrada, en una pradera junto a un montón de columpios, para regocijo de los chavales. Damos una vuelta por el pueblo, visitando su plaza y algunos de los establecimientos que en ella se encentran. Para comer, decidimos trasladarnos hasta la cercana área recreativa de Hontanares, un espacio natural donde podemos disfrutar al aire libre de la comida, café y pequeña tertulia.  (N 41.28478   W 3.43780).

A media tarde, recogemos todo, nos despedimos de nuestros amigos y damos por concluida esta aventura de fin de semana. 

Aventuramenuda,  Febrero 2007

Nota:

En plena temporada puede ser complicado circular con nuestros vehículos por estas carreteras, son estrechas y con mucho tráfico tienen que ser insufribles.

La pernocta en los pueblos descritos no ofreció ningún problema, puede que por no ser fechas señaladas. Hay que tener en cuenta, si viajamos varias Autos, que son poblaciones muy pequeñas y que apenas tienen lugares donde poder dejar un vehículo grande.

 

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